El adecuado desarrollo y evolución del lenguaje depende de dos factores fundamentales: la maduración genética del cerebro y la estimulación del entorno. Como consecuencia, los niños que estructuran un lenguaje a más temprana edad tienen la oportunidad de aprehender y lograr un desarrollo cognitivo más profundo y de desarrollar mejores procesos de socialización. Recuerde que hacia los cuatro años el niño debe haber consolidado su lenguaje.
El trastorno del lenguaje es una dificultad mayor en la que el niño no solo adquiere tardíamente el lenguaje, sino que presenta problemas de estructuración, es decir, dificultad para construir de manera organizada las frases y las oraciones; además, cuenta con una pronunciación incorrecta y, lo más grave, problemas severos de comprensión. Estas características persisten con el paso del tiempo. Este trastorno puede ser congénito o adquirido, por ejemplo por una lesión. Ejemplo. Al preguntarle a un niño de 7 años sobre lo que hizo en el colegio, responde: “jugamo ojo, a colego, a jugal a la plati… a colelo una talea; palabas más no”. Se observa, entre otros, una dificultad muy grande para organizar las ideas y darle secuencia; es evidente la dificultad de articulación y de gramática. Como se le dificulta comunicarse, dice “palabas más no”, lo que quiere decir: “no quiero hablar más”.